15 noviembre 2009

La exposición al polvo durante el 11-S dañó la capacidad pulmonar de los bomberos

Los bomberos que trabajaron en las labores de rescate tras el atentado del 11 de septiembre de 2001, que derrumbó las emblemáticas Torres Gemelas de Nueva York, siguen pagando las consecuencias. Durante el año posterior al ataque estos profesionales, que estuvieron expuestos a la nube de polvo y humo producida por el desplome de los edificios, experimentaron una disminución de la capacidad pulmonar equivalente a 12 años de envejecimiento.

Además de un aumento de los casos de asma y de la denominada 'tos del World Trade Center' (así se llamaban las torres) que padecieron muchas personas durante los días siguientes al atentado, un nuevo estudio señala que los bomberos que se expusieron a la nube de humo tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en un futuro.

La doctora Gisela I. Banauch y su equipo, del centro médico Montefiore en Nueva York, analizaron la función pulmonar de 12.079 trabajadores del departamento de bomberos de la ciudad que ayudaron en el rescate y la compararon con la de estudios previos al 11-S. Los resultados se publican en el último número de 'American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine'.

Los autores comprobaron que la exposición a la nube de polvo y humo, compuesta por muchas partículas tóxicas, estaba relacionada con la aparición de problemas respiratorios y éstos eran más comunes entre aquellos que habían llegado antes a la zona del atentado. Según el trabajo, los que llegaron al lugar durante la mañana del 11-S (el 13,7% de los bomberos) tuvieron una exposición muy intensa al polvo, ésta fue intermedia en aquellos que aparecieron durante los dos días siguientes (el 67,8%) y baja si llegaron después del tercer día.

Tras analizar los test realizados para medir la capacidad pulmonar, la doctora Banauch concluye que "el porcentaje de bomberos que tenían una capacidad pulmonar por debajo de lo que se considera normal se multiplicó por dos después de los atentados".

Una lección aprendida
Según recoge el estudio, durante los días inmediatos al atentado la mayoría de las personas que participaron en las tareas de rescate no utilizaron máscaras ni equipos de protección para el sistema respiratorio. Un editorial que acompaña al trabajo considera que "si se hubieran usado desde el principio sistemas de protección adecuados se podrían haber prevenido algunos de los problemas respiratorios".

El autor de esta afirmación, el doctor John R. Balmes, del Centro de Biología Pulmonar de la Universidad de California, explica que "de la tragedia del World Trade Center se pueden aprender importantes lecciones sobre el sistema respiratorio y su relación con el ambiente. Quizás la más importante es el valor de un seguimiento médico en aquellas personas que, por su trabajo, tengan un alto riesgo de inhalación y exposición a partículas tóxicas".

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