Las llamas devoraron el área de envasado y materias primas
Todo el dispositivo de emergencias respondió según los protocolos. Una pequeña deflagración en la zona de envasado y materias primas de la fábrica de Pinturas Proa, en el polígono de A Granxa de Porriño, extendió con gran rapidez un incendio que unos momentos después afloraba por la cubierta del edificio en grandes llamaradas y una densa humareda negra que añadía la amenaza de su toxicidad. Se oyeron explosiones, gritos de personal que escapaba empujado por el pánico, fueron desalojadas las naves y fábricas del entorno, se acordonó la zona de riesgo y se repartieron centenares de mascarillas. No hubo que lamentar daños personales.
Nadie sabía ayer qué chispa pudo originar el incendio, sobre las 9.45 horas. Precisamente la tarde anterior, los operarios de Pinturas Proa habían estado actualizando pautas para una emergencia como la que se les planteó horas después, por primera vez desde que en 1993 se inauguró la factoría. En ella trabajan unas 80 personas. Ayer, en el turno de mañana, estaban 35. Los de la zona de envasado trataron de apagar la primera deflagración con los extintores a mano. No pudieron y reclamaron al equipo de bomberos de la propia fábrica, que ante la dimensión que iba cobrando el siniestro tampoco dudó: evacuación y alarma general.
Quince minutos después ya estaban los bomberos de Porriño en faena y, al rato, los de Valença do Miño, los de Vigo y los de O Morrazo. Ambulancias y Protección Civil, para atender algunos casos nerviosismo e inhalación leve de humos. La Policía Local y Guardia Civil pusieron cercos, reordenaron el tráfico, comprobaron la evacuación del personal de los edificios en un radio de 200 metros y, por este lado, todo quedó bajo control. La nave afectada, de 1.600 metros cuadrados en el centro del edificio fabril (de 4.600 metros), también tiene una estructura estanca que impedía la expansión del fuego.
Pero las llamas salían por la techumbre, entre una densa columna de humo negro que hacía temer por la formación de una nube tóxica. Dos bomberos, desde sendos brazos articulados que ocasionalmente se tragaba la negrura del humo, vaciaban sus mangueras sobre el tejado "porque es inútil atacarlo desde abajo" y también un helicóptero la atravesaba periódicamente para vaciar su aljibe. A mediodía el fuego estaba sofocado y después se despejó la alarma de toxicidad. El alcalde de Porriño, Raúl Francés, que acudió enseguida, no ocultaba su satisfacción. Lo mismo que las autoridades de la Xunta.
Fuente: elpais.com
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