«Cuando es sometido a presión o movimiento el acetileno puede convertirse en una bomba». Así lo expresó el oficial de bomberos Héctor Rus. Es la razón por la que un pequeño depósito de este gas, altamente inflamable, obligó a desalojar un restaurante chino, a cortar una calle de Valencia y a establecer un perímetro de seguridad de 50 metros.
La emergencia se produjo en un local de comida asiática de la calle Santos Justo y Pastor. Vicente Carbonell, un operario de 25 años, estaba subido a una escalera en una habitación del establecimiento. Usaba un soplete de soldar durante la instalación de las conducciones del gas del restaurante oriental. Dicha herramienta estaba alimentada por una bombona de acetileno.
Sobre las 11.40 horas, un fuerte estallido hizo retumbar la pequeña estancia, lanzó a Vicente al suelo y desató la alarma entre los trabajadores y vecinos. «Aún me tiemblan las manos. Fue muy fuerte. Como un petardo seco. Subí hasta el techo y luego bajé. Aún no oigo bien y me duele la rodilla y una mano», confesó la víctima, casada y padre de un niño.
La razón de la explosión fue, según el trabajador, «un fallo en la válvula de seguridad que enlaza el tubo del soldador a la bombona». El susto pasó sin mayores consecuencias, pero el peligro no había hecho más que empezar. «El acetileno es muy inestable, al mínimo movimiento o presión se calienta y el riesgo de explosión es máximo», destacaron los bomberos.
Javier Castro, empleado del restaurante, acudió en auxilio de Vicente. «El chico miró la bombona, la cerró y nos dijo: 'Todos afuera'». Cuando los bomberos supieron que el estallido había afectado a una bombona de acetileno no lo duraron: corte de la calle y perímetro de seguridad. Fue preciso incluso trasladar la parada de un autobús próxima al punto de la emergencia.
Sumergida en un cubo
El siguiente paso fue el propio de las emergencias con acetileno: enfriar la bombona. Con sumo cuidado la extrajeron del restaurante, la trasladaron a la calle y la sumergieron en un cubo de basura lleno de agua. Fue colocada justo en el centro del perímetro de seguridad para evitar daños a viviendas próximas en caso de explosión. «Empleamos un visor térmico para comprobar que la temperatura de la bombona no subía. Si hubiera sido así habría sido preciso hacer más amplio el perímetro de seguridad y desalojar edificios», explicó el jefe del equipo de bomberos.
Isabel García, una vecina, confiesa que tuvo miedo. «Si explota eso yo me muero, porque vivo justo en el primer piso», explicó. «Si volamos, vuelo la primera». Otra mujer de la zona exigió «que se tomen «más medidas de prevención con productos tan peligrosos». .
Sobre las 13 horas, los bomberos dieron por controlada la emergencia. Una empresa de suministros trasladó la peligrosa bombona en una furgoneta y la Policía Local reabrió el tráfico.
lasprovincias.es
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario