12 marzo 2015

Despiden al comandante Ignacio Calderón Bañales


Despiden al comandante Ignacio Calderón Bañales
Fue en el Cuerpo Voluntario de Bomberos, donde sus restos fueron velados; ahí, amigos, familiares y compañeros dieron su último adiós
por Grecia Ponce
Lunes 2 de Marzo de 2015
Uruapan, Michoacán.-
Al comandante Ignacio Calderón Bañales le gustaba ir a los partidos de beisbol en el Campo Héroe de Nacozari, que le quedaba a unas cuadras de su negocio de pinturas. Ahí compartía una botana de carnitas con otros aficionados, algunos de ellos como él, también bomberos voluntarios. Era una de las pocas distracciones que se permitía porque el resto de su tiempo lo dedicaba a lo que, según sus amigos, era la razón de su existencia: salvar vidas y bienes a través de la corporación de bomberos más antigua del estado.

Fueron más de 45 años de vencer al fuego, pero en sólo unas semanas, un cáncer de médula derrotó al comandante Ignacio Calderón Bañales, a la edad de 59 años. 

Sus últimos días los vivió en medio de penurias económicas; sin embargo, al enterarse de su padecimiento, fueron muchos los médicos que se ofrecieron para tratar de devolverle la salud y procurarle la mejor atención en los hospitales más reconocidos. 

Falleció la noche del viernes 27 de marzo y sus amigos, compañeros y familiares lo despidieron en la base del Cuerpo Voluntario de Bomberos, donde sus restos fueron velados.

El recuerdo de bombero
Para el comandante Ignacio Calderón fue casi natural convertirse en bombero, pues su padre, Feliciano Calderón Cabrera, con 50 años de servicio, fue uno de los fundadores del Cuerpo de Bomberos Voluntario de Uruapan, el cual se conformó en 1936. Así lo recordó el capitán de esta corporación, Rafael Borja, quien resumió diciendo “esto era su vida. Yo tenía 27 años de conocerlo y siempre aprendimos mucho de él”. 

Evocó que no sólo dedicaba gran parte de su tiempo a combatir siniestros, sino que “fue mucho equipo el que logró traer gracias a las amistades que cultivó tanto en México como en el extranjero, que le donaban vehículos y equipo al cuerpo. 

“Le sirvió a la corporación durante más de 45 años y nunca quiso dejar la institución. Desgraciadamente el cáncer de médula se lo llevó en cuestión de quince o 20 días. En su apoyo, varios de los mejores especialistas lo atendieron pero no lograron salvar su vida”. Otro de sus amigos, Jesús Carrillo Bedoya, quien convivió 35 años con el ahora finado comandante, confirmó que durante sus últimos días Ignacio Calderón dejó de atender el negocio de pinturas que representaba su fuente de ingresos y tuvo dificultades económicas, así que él propio Jesús Carrillo y el periodista Manuel Jímenez abrieron una cuenta bancaria para que quien así lo deseara lo apoyase. 

Calderón Bañales, quien había sido nombrado comandante honorario, seguía, hasta hace relativamente poco tiempo, combatiendo el fuego y le tocó participar en un evento de grandes dimensiones: el incendio de Modatelas, un almacén en el centro de la ciudad. El capitán Rafael Borja rememoró que Calderón operó la pipa que es la unidad más pesada y ya como comandante dirigió las acciones del accidente de Taesa, combatió el incendio del mercado de Tacámbaro y en el del Pátzcuaro. 

Estuvo presente en infinidad de accidentes carreteros, incluidos varios con pipas involucradas.

Fue vocal en la Asociación de Jefes de Bomberos de la República Mexicana y miembro coordinador del Comité de Ciudades Hermanas. Él tenía la batuta de los hermanamientos y la ciudad de Dinuva y fue el contacto con California, que donó un camión de bomberos para Uruapan que todavía está trabajando. 

Tanto Rafael Borja como Jesús Carrillo evocaron que la única distracción que se permitía era el beisbol, pues cerraba su negocio los domingos y se iba al Campo Héroe de Nacozari. “Nos conocían todos ahí y nos reuníamos con un amigo que le decía El Bombero, que en paz descanse. Disfrutábamos de unas carnitas e íbamos a apoyar al que jugara ese día”, dijo Carrillo Bedolla. 

Al comandante Ignacio Calderón le sobrevive un hijo de 24 años que estuvo presente en la despedida que se le brindó en la Comandancia del Cuerpo Voluntario de Bomberos. Sus restos fueron despedidos ayer domingo con una ceremonia religiosa en la Parroquia de la Sagrada Familia, luego de eso, un numeroso grupo de dolientes y una caravana de carros de bomberos recorrieron el centro de la ciudad antes de darle su último adiós.

Fuente
http://www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-247714
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