Un bombero forestal trabaja
en un incendio en Parada do Sil (Ourense), la semana pasada.
OSCAR CORRAL EL PAÍS
Cáncer: el riesgo invisible al que se enfrentan los bomberos
Las sustancias nocivas de un incendio
entran en el organismo por vía respiratoria y cutánea
El primer riesgo que puede sufrir cualquier
persona en un incendio es el de quemarse. Sin embargo, para los bomberos no es
el único: apagar fuegos con frecuencia aumenta notablemente su exposición a
cancerígenos, aunque la descontaminación inmediata de la piel después de
sofocar un incendio es una forma de reducir su exposición a las sustancias que
potencialmente causan cáncer. Así lo concluye un estudio de la Universidad de Ottawa publicado en la revista Environmental Science & Technology de la Sociedad Química Estadounidense
(ACS, por sus siglas. Pocas investigaciones han analizado antes en incendios
reales en qué medida apagar fuegos aumenta la exposición de los bomberos a
sustancias nocivas. Cuando la madera, el plástico o los objetos electrónicos se
queman, liberan materias dañinas en el aire. Por ejemplo, los hidrocarburos
aromáticos policíclicos, que pueden provocar desde efectos agudos en diferentes
órganos, como la simple irritación del tracto respiratorio, la piel, la mucosa
ocular o nasal, a efectos crónicos carcinogénicos. Además, fuentes del Instituto Nacional de
Toxicología y Ciencias Forenses señalan que quienes están expuestos a estas sustancias podrían
desarrollar cáncer de piel, vejiga, pulmón o diferentes tipos de tumores
cerebrales).
Estos elementos pueden
entrar en el organismo tanto por vía respiratoria como por vía cutánea. Por
ello, los científicos recolectaron muestras de la orina, la ropa y la piel de
27 bomberos de Ottawa (Canadá) antes y después de que sofocaran fuegos entre
2015 y 2016. Los niveles de hidrocarburos aromáticos policíclicos en la orina
de los participantes fueron de 3 a 5 veces mayores después de sofocar los
incendios. Además, el potencial de mutagenicidad urinaria, un indicador de la
posibilidad de producir mutaciones genéticas, aumentó cuatro veces.
Los científicos
encontraron un vínculo entre los niveles de hidrocarburos aromáticos
policíclicos en la orina y en la piel de los bomberos: “Hay una relación
importante entre los niveles en la orina y los niveles en la piel, lo que nos
lleva a pensar que el contacto dermal es una ruta importante de exposición”,
señala el autor del estudio Jennifer Keir. Por ello, los científicos proponen
que los bomberos usen toallitas para limpiarse la piel y se den un baño después
del incendio, y señalan que hacen falta estudios para determinar cómo de
efectivas son estas medidas.
Este no es el único
estudio que analiza el efecto de las sustancias nocivas de los fuegos. Ya en
2013, el Instituto
Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos,
basándose en un estudio a 30.000 profesionales, advirtió de que los bomberos
tenían un mayor riesgo a desarrollar distintos tipos de cáncer que el resto de
la población.
Sin embargo, no
son los únicos que se exponen a sustancias cancerígenas. Los
incendios forestales pueden generar este tipo de compuestos, aunque para la
población humana general resultan mucho más relevantes las calefacciones
domésticas, el tráfico intenso de vehículos, las plantas industriales que hagan
combustionar derivados del petróleo y carbón, el tabaco o el consumo excesivo
de alimentos tostados.
La concientización, importante
Bomberos
de algunos países como los nórdicos ya han propuesto que después de un incendio
se haga una descontaminación inmediata de las prendas que han estado expuestas
al humo. José Luis Lejido, secretario general de la asociación española de
lucha contra el fuego y oficial de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, señala
que en España se está intentando concienciar a los bomberos de que consideren
ese riesgo. "En Madrid cada vez que hay un fuego de grandes proporciones,
a nivel sindical se está presionando para que haya unos equipos de
reposición", señala. Sin embargo admite que sería inviable hacer esto con
todos los incendios ya que un parque como el suyo puede llegar a tener seis
siniestros al día: "Hay que valorar cada situación".
Lejido
reconoce que se ha mejorado mucho en términos de seguridad respecto a bomberos
que ahora tienen cáncer y empezaron la profesión cuando no había esos equipos
de protección autónoma. Además, los protocolos de actuación han cambiado:
"Ahora se recomienda que aunque el fuego esté apagado, se mantenga la
protección respiratoria mientras se hagan labores dentro de esta atmósfera, ya
que aunque no haya llamas, hay partículas nocivas en suspensión que se introducen
en el organismo de los bomberos".
Marina
Pollán, doctora del Instituto
de Salud Carlos III, señala que la clave está en determinar en qué medida la
exposición intensa o puntual es suficiente para aumentar el riesgo de sufrir
cáncer. Por ejemplo, un estudio publicado
en 2016 que combina información de investigaciones en Europa, Canadá, Nueva
Zelanda y China no encontró un exceso de cáncer de pulmón en los bomberos que
no fumaban, pese a que, según señala Pollán, este es "el primer órgano en
el que impactaría la exposición ya que su superficie de contacto con el aire es
muy amplia".
Fuentes
del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sostienen que la
identificación de sustancias profesionales que pueden inducir cáncer en humanos
no es tarea fácil, puesto que en la mayoría de las ocasiones pueden aparecer
años después del inicio de la exposición. Además no se puede atribuir la
relación causa efecto: "Hay que tener en cuenta la influencia de otros
factores no profesionales, como la herencia, factores individuales, patologías
previas, tabaquismo…", señalan.
Álvaro Fernández K. – B61
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