Es nuestra opinión que el capuz o verdugo (monja) usado como un
dispositivo de transición entre la máscara y el chaquetón se debe mejorar.
Nuestro argumento ha sido que la monja tiene la difícil función de “conectar”
varias partes del equipo de protección, que incluyen la máscara del equipo de
aire, el casco y cubiertas para los oídos y el cuello del abrigo.
Aún cuando todas estas prendas se coloquen correctamente y sean usadas
según las instrucciones de los fabricantes, hay partes de la cabeza y la cara
que quedan expuestas debido a la forma en que el verdugo (monja) se usa habitualmente
en los distintos servicios de bomberos como parte del equipo de protección.
Nos hacemos aún más eco del clamor de muchas organizaciones debido al
aumento inaceptable en la tasa de ciertos tipos de cáncer que afectan a los
bomberos.
Los riesgos de la exposición
Mientras que los estudios epidemiológicos recientes parecen demostrar de
manera concluyente que los bomberos sufren tasas más elevadas de cánceres
específicos en comparación con la población general, es una tarea relativamente
difícil establecer científicamente la relación de causa/efecto entre la
exposición en los incendios estructurales y la aparición de enfermedades
crónicas específicas, entre ellas el cáncer.
Aún así, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer
ha clasificado la lucha contra incendios como “posible cancerígeno” y puede
cambiar sus conclusiones para declararlo “probablemente cancerígeno”.
La exposición a agentes causantes de cáncer se produce en la escena del
incendio, así como tras la extinción, sobre todo si la ropa no se limpia. Es
sabido por los bomberos que después de los trabajos en un incendio estructural,
sus uniformes de trabajo, la ropa interior, el pelo, e incluso su piel pueden
seguir oliendo a humo, a veces incluso después de varias duchas.
El hecho es que el humo del fuego, que se compone de partículas
diminutas, penetra fácilmente en el equipo. Y el problema es las partículas de
carbono no quemado, que constituyen la mayor parte de ese humo, llevan con
ellas los gases tóxicos del proceso de combustión.
Estudio de la infiltración de partículas
A pesar de que el humo parece una masa densa y compacta, sus partículas
son en realidad muy pequeñas - la mayoría tienen un diámetro de menos de una
fracción de una micra (aproximadamente cienmilesima de pulgada). No es de
extrañar que estas partículas penetren en la piel. Sin embargo, las capas de
barrera para la humedad utilizados en los equipos, guantes y calzado evitarán
que partículas, incluso de ese tamaño, se infiltren en la ropa.
Para demostrar cómo los bomberos pueden resultar contaminados por el
humo, la Asociación Internacional de Bomberos encargó ensayos completos de
exposición de partículas al Research Triangle Institute a principios de enero.
Esta evaluación se realizó con un equipo de protección usado junto con un
equipo de aire y llevado por un sujeto de prueba en una
cámara cargadas de partículas .
La evaluación se realizó según los procedimientos de prueba del
Departamento de Defensa basados en un test de detección de un aerosol
fluorescente donde el individuo fue sometido a una alta concentración de polvo
de sílice, de tamaño de partícula entre 0,1 a 10 micras, visibles con
un trazador fluorescente. El sujeto de prueba realizó diferentes movimientos en
un periodo de media hora mientras que las partículas eran introducidas en la
cámara por una corriente de aire a 10 mph.
Tras la exposición, se limpió el exterior de las prendas y el equipo se
retiró cuidadosamente para evitar la transferencia de partículas del exterior
al interior. Una fotografía con luz negra de la persona sin el equipo, antes y
después de la exposición, sirve para detectar las zonas donde las partículas
penetraron el equipo de protección.
Las siguientes imágenes muestran el test y donde se observó la
infiltración de partículas.
Los resultados
Estos resultados son muy significativos porque confirman la sospecha de
que la exposición más significativa se produce en la cara y el cuello, zonas
vulnerables que no está protegidas por la máscara del equipo de aire. Las
fotografías también muestran partículas que penetran a través del cierre
frontal del chaquetón y entre el chaquetón y el pantalón.
También se observaron bajos
niveles de penetración de partículas en el espacio entre la manga y el
guante. Pero relativamente sorprendente fue la intensidad de la
contaminación en las pantorrillas por encima de la línea de las botas a pesar
de la amplia coincidencia entre los pantalones y las botas.
Lo que estas imágenes demuestran que lo que siempre hemos sabido, pero
que nunca hemos querido admitir, es verdad. El humo penetra fácilmente la
ropa, principalmente en zonas de superposición entre prendas, y sirve como vía
de exposición a sustancias tóxicas para los bomberos en los incendios.
Esta evidencia debe obligar a los bomberos a pensar seriamente en tomar
medidas de higiene tras cada intervención. Esto incluye la realización de
descontaminación en bruto del equipo en la escena, tomar una ducha tan pronto
como sea posible, así como el cambio de guantes y someter el equipo a una
limpieza completa después de cada incendio estructural.
Las imágenes también pone de manifiesto que la industria que provee de
equipos a los servicios de bomberos debe reconsiderar la forma en que diseña
las zonas de solape entre prendas mediante el desarrollo de sistemas sin ser un
engorro supongan una menor infiltración de partículas.
Una cosa es escribir y hablar acerca de la exposición de bomberos a
sustancias tóxicas, pero otra cosa totalmente diferente es cuando las imágenes
muestran el verdadero alcance de una exposición que no puede ser ignorada.
Artículo original publicado en Fire Chief.
http://www.fundamentosparabomberos.es/publicaciones/articulos/256-zonas-de-exposicion-de-los-equipos-de-proteccion
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